Una boda son las fotos de una boda.

Una boda sin fotos no es una boda, lo sabe todo el mundo. En Japón no van a ser menos, y utilizan el conocido método de la foto-inventario sistema modular.
El sistema, avalado por la tradición, consiste en fotografiar a los asistentes en todas las combinaciones posibles: padres de la novia con hermanos, sin hermanos, sólo padres, sólo hermanos, amigos de uno, de la otra, con hermanos, con padres, con tíos, sin suegros, y así hasta el infinito o la hora de la comida, lo que ocurra primero. Para establecer el algoritmo idóneo hay gente que emplea el álgebra lineal, mientras que otros utilizan una complicada ecuación diferencial en derivadas parciales. Es cuestión de gustos
Un sistema más acorde con los tiempos sería fotografiar a todos los asistentes -y a los no-asistentes, ya puestos- contra un fondo verde y luego ya vamos montando los grupos en base a los gustos y preferencias de cada cual. El resultado sería previsiblemente horrendo, y la posibilidad de mezclar cabezas de bodas ajenas muy grande, por lo que se entiende la resistencia a modificar métodos que llevan años proporcionando imágenes uniformemente mediocres, pero fiables, que es lo que se espera. Porque el amor se va, pero las fotos permanencen.