Los Angeles, California.
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Copyright © Siqui Sánchez 2021.
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El mundo se ha vuelto muy complicado. Eso no es que lo diga yo, es que es evidente. Antes la gente viajaba -los que viajaban- con una silla plegable y unas acuarelas, lo normal. Ahora la cosa es bastante más dura. Yo me crié con los programas de Rodríguez de la Fuente, en gloria esté, y siempre que veo estas escenas les pongo la música aquella. Entonces sólo tienes que poner la voz adecuada y la escena cobra sentido:
El turista urtbano, agazapado entre las sombras, espera pacientemente a que llegue el momento decisivo. En ese momento, empieza una lucha feroz entre los miembros de la manada, en la que sólo el más fuerte conseguirá su objetivo. Algunos ejemplares, jóvenes e inexpertos, intentan estrategias diferentes, como levantar un Ipad por encima de la multitud. Estas maniobras están destinadas, irremediablemente, al fracaso. Observen que el citado individuo no está obteniendo más que unas lamentables imágenes movidas que luego, cuando vuelva a su guarida, serán motivo de burla por parte de sus congéneres. Los otros individuos, más avezados en este tipo de situaciones, ya han ocupado sus puestos y esperan sin ceder un milímetro. No importa el calor o el frío. Conseguir una foto es el premio máximo, y cualquier sacrificio es aceptado sin rechistar. Se han dado casos de terremotos en los que los edificios se han sostenido en pie gracias a la feroz tenaza ejercida por los turistas urbanos.
Por mi parte, tienen todo mi respeto y admiración. Eso sí, la moza del primer plano haría bien en bajar el mini-flash ese que le ha saltado a la cámara. No quiero pecar de listillo, pero me da la sensación de que no le va a servir de gran cosa.
Se acabó lo que se daba. Nada peor que volver y encontrarse con que hay elecciones. Después de un viaje hay que reajustar el cuerpo al horario habitual. Para ello hay que tener la precaución de dejar en casa preparada una paletilla de jamón del bueno. Esperas la hora de la cena y te metes entre pecho y espalda un atracón de jabugo acompañado de pan con tomate y las botellas de vino que sean necesarias. Cuando el rioja empieza a hacer efecto te vas a la cama paladeando la grasilla del jamón que te quede entre los dientes y te duermes como un bendito. Te vas a despertar temprano igual, pero ya tienes encarada la recuperación de manera civilizada.
Eso sí, la morriña del viaje sólo se pasa con un nuevo viaje.
Empieza a ser una tendencia. A éste por lo menos le dan alguna utilidad
Dice la Wikipedia que un Oxímoron es una expresión que contiene una contradicción en los términos. Al paso que vamos, la expresión «Evidencia Fotográfica» lleva camino de ser un chiste, y además de los malos. Todo ello me fue revelado nada más y nada menos que en la muy insigne ciudad de Roswell, famosa por ser la cuna de la fiebre Ovni en todo el mundo mundial.
Las señoras de la foto observan con atención abundante material gráfico de dudosa procedencia, impreso con impresoras del Media Market y tinta de los chinos en papel reciclado. La bastardía de la imágenes no se limita a las cuestiones técnicas de la reproducción. En su mismo origen son ya de pésima factura. Porqué los OVNIS nunca se le aparecen a un ciudadano con unas mínimas competencias en materia fotográfica? Este es el auténtico misterio. Mientras tanto, la Evidencia Fotográfica sólo puede serlo para gente con tantas tragaderas como las señoras citadas o los lectores del As.
Por cierto, he localizado un bar donde dan el partido de vuelta de semifinales. Para que digan que no existen los fenómenos paranormales.
En la carretera se encuentran individuos muy especiales. Tipos que no bajan de la moto ni para echar gasolina. Algún exagerado diría que no bajan ni para mear, pero estoy seguro de que para eso nuestro amigo sí se baja. Respeta demasiado su moto como para eso. La moto es su vida.
Es la magia del viaje. Los tipos entrañables que uno se va encontrando. Una vez lo conoces resulta un trozo de pan bendito, como siempre. Las apariencias siempre engañan.
Los domingos por la mañana la gente se distrae de muchas maneras. En Oatman no hay bingo ni se pueden bailar sardanas, de modo que este padre y su hijo se acercan a la antigua carretera 66 para ver pasar las motos. Por algún motivo, en lugar del coche se han venido en la segadora. Yo pensaba que eso sólo pasaba en las películas, pero esto es América. La comodidad es lo primero, de modo que el padre se ha traído un par de sillas. El chaval, por su parte, se ha montado un trípode con una cámara para poder fotografiar las motos conforme vayan pasando. Yo le hubiera sugerido que, ya puestos, se colocase el artilugio un poco más cerca, pero el inglés sureño no se me acaba de dar del todo bien. Tengo la mala costumbre de abrir la boca para hablar, con lo que el acento pierde bastante. Tengo que practicar más
Nunca deja de asombrarme la fascinación que sienten los americanos por acumular las cosas más variopintas en el patio de su casa. El caso del pollo gigante constituye un misterio que dejo a la consideración del respetable.
Hemos atravesado Nuevo México con un viento del copón. Lo malo del viento es que levanta polvo, y molesta un montón. Las motos también padecen lo suyo, por muy Harleys que sean. Aquí les iría bien la lavativa gigante, pero me la guardo para mis cámaras, que con el problema del idioma te pueden interpretar mal y nunca se sabe.
Parece que la cosa se va calmando. Esperemos que así sea, que tanto polvo ya cansa.
El Motel Mormón no tiene internet. Según sus propietarios, todas las necesidades de comunicación del huésped se pueden solucionar con un teléfono del Mesozoico y una Biblia de más o menos lo mismo. Con el primero, podemos comunicarnos -previo pago- con nuestros seres queridos para comunicarles que estamos bien y en casa de gente piadosa. Con la segunda, podemos comunicarnos directamente con dios, y encima gratis.
Les he propuesto hacerme mormón por una conexión a internet, pero parece que no ha colado. Este post lo cuelgo en diferido. Utah es diferente.