El urinario filosófico
Ayer estuve en Amsterdam por esas cosas de la vida, y después de todo un día de ir y venir, de aviones y fatigas, no se consiguió ninguno de los objetivos previstos, por lo que cabe calificar de fracaso todo el viaje. En esos funestos pensamientos andaba yo metido cuando encontré este magnífico mingitorio que, a la par que evidentes virtudes estéticas y funcionales, contiene una lección de filosofía de la vida que ríete tú de Pablo Coelho. Por más que la empujas, la pelotita no acaba de entrar nunca. Puedes esforzarte tanto como quieras, pero las cosas son como son, y más vale aceptarlas tal cual. Una lección de humildad para nuestra prepotencia. Una vez finalizada la micción te quedas un rato asimilando las implicaciones profundas del hecho y recordando tus lecturas de Séneca, hasta que notas que la gente te mira raro.
Sólo aprender eso ya hace que el día haya merecido la pena. El viaje nunca es en vano.
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