Aquí hemos hablado muchas veces del polvo en el sensor, aqui, y aqui, pero a veces perdemos de vista algo mucho más tonto: el polvo en el objetivo. Para detectar el problema sólo hace falta disparar a contraluz. Vale cualquier cosa, un niño, un cactus, un ornitorrinco, da lo mismo. También puedes echarle una ojeada analógica (sorprendente), o incluso, si eres uno de esos pijos metrosexuales, limpiarlo de vez en cuando, haga o no haga falta.
Hay gente que usa toallitas especiales, gamuzas de microfibra, y chuminadas diversas en general. Si quieres usarlas, adelante, pero actúa con discrección, tenemos una imagen que mantener. Si hay público presente, lo suyo es usar la camiseta, pero con estilo, mirando como al descuido al horizonte, no sea que nos perdamos el momento decisivo. Tal vez se joda un poco el filtro, pero para eso está.
Eso sí, sea cual sea el método, procura hacerlo a menudo. Según por donde viajas la cosa polvorienta se acumula que da gusto. Te puedes encontrar volviendo a casa con un montón de basura, literal y fotográficamente hablando. Y tampoco es eso.
De vuelta en casa, y con un jetlag de los gordos, me pongo a pensar en maneras tontas de pasar el día, y me da por limpiar la mugre en el sensor, que siempre lo voy dejando. El sistema tradicional consiste en presentarse en el SAT de Canon con una gallina y par de corderos, y ofrecerlos en sacrificio mientras suplicamos que nos limpien la cámara mirando humildemente al suelo. Hay quien dice que funciona mejor ofrecer sangre de una virgen, pero los corderos salen mejor de precio, donde va a parar.
Lo de hacerlo en casa ya lo hemos probado, y podemos certificar ante notario que no funciona. Decidido a probar un sistema nuevo, me meto en el interné y descubro a unos que dicen que la mugre se despega con celo. Suena bien, es innovador, y… parece una gilipollez, o sea que a probarlo. Todo sea por evitar nuevas humillaciones. Tonto del todo tampoco es uno, o sea que para probar la cosa, mejor coger la churri-cámara mierdera que tuve que comprar en Marruecos, que para algo tenía que servir. Le hacemos la prueba de la roña existente y sale esto:
Que hasta vergüenza me da enseñarlo, pero estamos aquí para servir. Después de pasarle el celo, la cosa queda así:
Como se ve, hemos eliminado las motas de polvo, y éstas han sido sustituidas por una especie de grumos repugnantes bastante más difíciles de disimular. Para este viaje no hacían falta alforjas, que dicen. A partir de aquí empieza el despropósito de los remedios tradicionales que nunca funcionan: alcohol isopropílico, gamuzas del Mercadona, invocaciones satánicas y llanto y crujir de dientes en general. En resumen, felicidades a aquellos que dicen que les funciona, pero yo voy a seguir con el sistema de siempre. Me vuelvo a dormir.
Si hay una cosa cansina y molesta, son las motas de polvo en el sensor. Busca en internet, piensas, pero nada. Las recomendaciones bastardas de listillos indocumentados no funcionan, la solución estándar tampoco funciona. Quedas muy cool delante de tus amigos, con la tontería del alcohol Isopropílico, y las toallitas de un solo uso, pero estos sistemas, aparte de nuestro bolsillo, poca cosa limpian. De modo que ayer me puse a pensar de manera proactiva, que por algo soy un fotógrafo dinámico e innovador, competitivo y transversal, integrador de sinergias integrales, líder en el ámbito del liderazgo. En resumen, me senté delante de la tele un rato.
Los emprendedores somos así. tenemos ideas que los otros no tienen porque abordamos los problemas de manera oblícua o tangencial, según proceda. Puede parecer que no hacemos nada, pero nuestro cerebro está procesando información, estableciendo conexiones insospechadas, el córtex y las sinapsis haciendo lo que sea que hagan a velocidad pasmosa. En la tele salía una señora que venía del futuro a traer lejía, y luego un vejestorio que hacía una fabada de lata del copón, y ahí un pequeño destello neuronal se abrió camino entre la maraña de conexiones como el embrión de una idea. Mi mente se hallaba en estado de alerta máxima cuando salió un zumbado hablando de novedosos remedios caseros, y ahí el destello se convirtió en una explosión de pura y cegadora creatividad. A veces me cuesta ser humilde.
De toda la vida sabemos que los ancianos, aparte de un gasto para las arcas públicas, son los depositarios de la sabiduría popular. Tendemos a verlos como manadas de hienas que se lanzan sobre los canapés en las inauguraciones municipales y los bufets libres de los hoteles baratos, pero esa imagen estereotipada no debe impedirnos ver un poco más allá. Tras mucho experimentar, he desarrollado un nuevo método que va a revolucionar el concepto de limpieza tal como lo conocemos. Está basado en las Terapias Alternativas, combinadas con los remedios caseros de toda la vida: vapores de eucalipto para aumentar el rango dinámico del sensor, cataplasmas de orina para mejorar el rendimiento de las tarjetas CF y un largo etcétera. Volviendo al tema de la limpieza del sensor, les puedo revelar que parte del secreto consiste en colocar una cebolla abierta durante la noche junto a la cámara para abrir los chakras de las partículas de polvo y modificar su polaridad energética. Naturalmente, la cebolla no la puede colocar cualquiera, estamos hablando de energías muy poderosas, y aquí viene la parte interesante del proyecto. A cambio de una módica subscripción, un viejo con certificado de autenticidad garantizado acudirá a tu domicilio provisto de todos los artilugios necesarios para efectuar un ritual de purificación que puede ser Normal, Superior o Premium, en función de las necesidades del cliente. Ya he abierto una subscripción en Verkami para financiar las primeras oficinas en todo el país y tengo solicitadas varias subvenciones en vista de los puestos de trabajo que se crearán en breve. Quién dijo que la fotografía no era un buen negocio?
La cuenta atrás se va acabando, se acerca al día de coger el avión y ando loco con los preparativos, acabando trabajos, entregando cosas pendientes, y sobre todo, atendiendo llamadas de clientes que te proponen trabajos que no podrás realizar. Es una cosa demostrada ante notario: compra un billete de avión y justo el día antes te llamará gente de la que ni te acordabas con trabajos por hacer. Volviendo a lo mío, una cosa que tenía pendiente era limpiar el sensor del Phase One, de modo que cojo los productos en cuestión, prescindo de leer cuidadosamente las instrucciones y me pongo manos a la obra.
Concluido el crimen el trabajo, compruebo que las cuatro motas de polvo han desaparecido, dejando paso a una reproducción bastante fidedigna de la emigración del ganso salvaje en la sabana africana en un atardecer caluroso. Conservo la calma y repito la operación. Ahora los gansos se están apareando en vuelo, y algunos de ellos parecen sufrir algún tipo de descomposición intestinal y de fondo parece haber una tormenta tropical con granizo del gordo. Reprimo un inicio de ataque de nervios y llamo a un amigo que, muy profesionalmente me ofrece una solución de baja tecnología que deja el sensor como nuevo.
Cumpliendo con mi vocación de servicio público, les ofrezco una actualización de las instrucciones de uso del engendro, por si alguien necesita usar el producto en cuestión:
INSTRUCCIONES DE USO
Coger el bote A y arrojarlo por el WC con sumo cuidado. Comcluida la operación el bote puede ser reciclado para guardar olivas arbequinas siempre que se lave con cuidado.
El contenido del bote B puede ser usado para lavar el coche siempre que no nos moleste el ligero aroma a hidrocarburos que desprende. Para evitar esto puede mezclarse con Fairy en una proporción 1:10, o Mistol en una proprción 1:15. Una vez vacío, el bote puede ser usado para guardar la dentadura postiza siempre que se adquiera nuestro formato familiar ahorro.
Las gamuzas pueden ser usadas como paños de cocina o como paños a secas.
Para limpiar el sensor, usar una gamuza de las de las gafas de toda la vida
No existe cosa igual para quitar el polvo del sensor. La compré hace años en una ortopedia de mi pueblo por cuatro perras. Ahora ya no existe (la ortopedia, el pueblo sí). Pusieron un Zara o un banco, o cualquier otra mierda de esas que ponen ahora por todas partes. Le pedí al dependiente la lavativa más grande que tuviera. Puso cara rara. La misma que ponen en el control de seguridad del aeropuerto cuando me abren la maleta. Yo, impasible el ademán.
Pensé que el fondo de moqueta cutre de motel barato le iba que ni pintado.