Acaba de publicarse en Delta Sky Magazine el reportaje sobre restaurantes de Barcelona y el País Vasco. Hace días que no ponemos fotos aquí, o sea que ahí van un par.
Si estáis en Barcelona o el el valle de Elorrio y os pica el gusanillo, ya sabéis. En el Etxebarri usan la brasa de toda la vida y en el Inopia, en cambio, le dan al soplete por auqello de la innovación.
Como parte del encargo para Delta Sky Magazine, estoy haciendo retratos de los chefs de varios restaurantes. El retrato «a domicilio» es una especialidad plagada de dificultades: hay que trabajar rápido, y adaptarte a lo que te encuentres. En el primer caso, el espacio ofrecía muy pocas posibilidades, de modo que quedaba un retrato un poco agobante y bastante pobre. Puestos a elegir me gusta darle un poco más de aire al sujeto, pero en este caso era imposible. En estas situaciones es una suerte disponer de herramientas para hacer la foto un poco más sexy.
En el segundo caso había espacio de sobra, pero llovía y hacía un viento feroz que tumbó el flash un par de veces. La luz era sencillamente la peor que uno pueda encontrar. el resultado es más o menos digno, de nuevo gracias al retoque. El espacio vacío a la izquierda es para el texto, ya que se trata de una doble página
El secreto consiste en decidir rápido un plan de ataque y ejecutarlo sin pararse a pensar si es el mejor plan, porque sólo podemos abusar de la paciencia del sujeto hasta un cierto límite razonable. Si nos hemos equivocado con el planteamiento, ajo y agua y adelante hasta el final. Rara vez tendremos ocasión de rectificar sobre la marcha. El tiempo total para este retrato fueron más o menos dos minutos.
Uno de esos trabajos que da gusto hacer. Para este tipo de reportajes se hace imprescindible llevar dos o tres flashes ligeros en la maleta. La única pega, el calor asfixiante que hacía en los madriles
Angel Palacios, chef del restaurante La Broche. Contraluz con luz pésima detrás. Se hizo lo que se pudo, pero al menos la bata y el mantel se ven blancos e iluminados, que es lo mínimo.
Cocina muy sofisticada, como puede verse. La cocina está iluminada con vapor de sodio y el trajín impide montar trípodes. Flash en la mano filtrado con un 20 magenta compensado con la luz ambiente.
Un cocinero de los de toda la vida, preparando un cochinillo de los de toda la vida, en un horno de leña de los de toda la vida. Puedo atestiguar que el sistema produce unos resultados espléndidos. Aquí no había espacio para nada, de modo que el flash está colgado de una ventana a la derecha con pinzas. Hay otro viniendo desde la izquierda situado fuera de la habitación. De nuevo la luz horrorosa. Y había que ver el interior del horno.
Y por la noche, de copas a Chueca. Una putada, porque el local elegido estaba oscuro de narices. El uso del flash ha de hacerse con mucho cuidadín. Aquí alejado todo lo que da de sí el brazo humano.
Areia, Madrid
Esta foto me gusta especialmente porque conserva el ambiente y apenas se nota el efecto del flash. Hace falta la colaboración del modelo, porque la oscuridad era casi total y la foto está tirada a 1/2 segundo (con el diafragma a 2,8 y forzando a 1600 ISO)