Aprender de los errores está bien, pero es más caro
El viaje a Marruecos ha sido bastante más accidentado de lo habitual en estos casos, que ya es decir mucho. Que te avisen a las siete de la tarde de que tienes que salir al día siguiente a primera hora crea una situación de estrés de nivel ocho de consecuencias previsibles: siempre se olvida algo. Pam. En este caso fue el segundo cuerpo de cámara que SIEMPRE hay que llevar por si las moscas. El señor Murphy nunca descansa, de modo que aprovechó para hacer fallar la 5DMKII en Tánger, justo cuando faltaban 50 minutos para la cita con el cliente. De repente la cámara estaba frita, muerta, kaput.
Me río yo de esas películas en que un tío tiene 24 horas para encontrar una cabeza nuclear, ya saben, cable rojo, cable azul, bla bla bla. El relato de cómo salí corriendo por los bazares de la medina de Tánger buscando una cámara a contrarreloj es una auténtico festival que provoca gran jolgorio y alborozo en las cenas con amigos y reuniones familiares. Tiene de todo: emoción, suspense, y mucha acción. La escena cumbre es cuando le digo al fulano que me quedo con la Canon llena de polvo del escaparate sin regatear.
Que vale pero que no tiene Visa. Pam. Busca un cajero. Me reservo los detalles más jugosos para el día que publique mis memorias.. Eso sí, no se lo recomiendo a nadie, no prueben esto en sus casas. Cosas así te curten dicen. Lo que pasa es que de tanto curtirte acabas pareciendo un cocodrilo. cuando me muera podrán hacer bolsos de Loewe. Bolsos de piel de fotógrafo. Una vía de negocio a estudiar.
La moraleja y la enseñanza son fáciles de adivinar: Las cámaras digitales son volubles y traicioneras y conviene no fiarse. Eso lo sé yo, lo saben ustedes, lo sabe todo el mundo. Aunque a algunos a veces se nos olvidan las cosas más elementales. Eso demuestra que, en el fondo, los fotógrafos también somos personas humanas. De loe errores se aprende, dicen. Dos cosas me sugiere a mí la frase de los cojones: Una, que si fuera verdad a mí me habría explotado la cabeza de tanta sabiduría concentrada, tendría el cerebro como una estrella de neutrones. Otra, que si cada vez que aprendo algo me tiene que costar dinero, la cosa empieza a perder su gracia. Estoy seguro que hay por ahí gente que lo aprende igual.
Y gratis.