La isla del día antes
Salimos de Melbourne un jueves y llegamos a Rarotonga el miércoles anterior. Es lo que tiene cruzar la línea divisoria de las 24 horas, que ganas una bola extra, en este caso un día de regalo. Es como cuando cambian la hora y el fin de semana se alarga un poquito, sólo que en este caso es un día entero. Un lío.
Aparte de esto, las Islas Cook no tienen demasiado aliciente. Lo de los cocoteros en la playa y el agua turquesa, y todo eso, lo hemos visto mucho en las fotos de stock, y en los anuncios, de modo que al natural pues es lo mismo, pero con defectos. El mundo real siempre sale perdiendo frente al Photoshop. La gente que viaja a Estados Unidos siempre dicen que «es como en las películas». La realidad está tan devaluada que lo mejor que podemos decir de un paisaje es «que parece una postal». Es lógico. La realidad siempre defrauda, no tiene nada que hacer frente a una buena postal. Pues bien, el paisaje en las Cook es como una postal de esas tópicas, con palmeras y puestas de sol y playas y todo el rollo ese. Sin embargo, a los que somos de pueblo y nos regocijamos con los placeres sencillos, nos complace lo de los cocoteros y el agua turquesa, y todo eso, por más tópico que sea. Ventajas de ser simple. Disfrutas con cualquier tontería.