Los fotógrafos somos animalillos de costumbres solitarias. En lo profundo de nuestras madrigueras nos pasamos el día pegados a la pantalla y sólo salimos cuando la necesidad de alimento es apremiante. Por eso nos gusta tanto el Sonimag. Un día al año nos lavamos los pies, nos ponemos el traje de los domingos… y a la feria!
Últimamente se ha puesto de moda criticar el Sonimag diciendo que si es muy pequeño, que si hay pocos stands, que si me duele un pie. Quien tal dice es un insensato que no sabe de qué habla. Nuestro Sonimag tiene un formato de Fiesta Mayor de pueblo que es, precisamente, lo que hace más entrañable esta feria. Te presentas en Arpí o Casanovas, das la tabarra un rato y te encuentras a todo el mundo, que es de lo que se trata. Si te apetece un poco de exotismo te vas al fondo, que están los chinos, y de vez en cuando, hasta encuentraspredicadores intentando evangelizar a los incautos.
Como terapia no tiene igual. Además, cada año acabo comprando algo.
El sábado estuve en el acto que montaron los muchachotes de Celistia para hablar de la foto de paisaje. No porque el tema me interese, no por ánimo de aprender, mis motivaciones son siempre más tortuosas. Es puro egoísmo. Simplemente no me puedo sustraer a la fascinación que me producen tan raros ejemplares de fotógrafo-filósofo-anacoreta-medieval. Y con esto no quiero decir que no tengan los últimos cacharros ni nada de eso, más bien me refiero a cosas más intangibles, extrañas de encontrar hoy día. Quien los conozca sabe de que hablo, quien no, ya tarda. No esperen pues una crónica del acto, que pueden encontrar aqui, o aqui.
Firmando autógrafos, en plan superstar
Lo que a mí me llamó la atención es que entre el personal este del paisaje, lo de trastear las fotos tiene muy mala prensa. Quedó establecido que Photoshop es cosa de Satanás, y hasta ahí bien, pero es que además se hizo anatema público del hecho de corregir las dominantes. Yo, a todo esto, callado, procurando poner cara de paisajista militante.
Las dominantes corregidas, como debe ser
Yo me desteté haciendo foto industrial, donde el verde fluorescente era tabú, y nunca salía de casa sin el termocolorímetro y el paquete de filtros Wratten de Kodak. Fue Tino Soriano el primero que me mostró que podías pasar de todo y aceptar sin más lo que viniese, pero para entonces yo ya llevaba años trabajando de una manera, y si una cosa me entra en la cabeza, ya se queda ahí para siempre, la flexibilidad no es lo mío.
Una dominante aceptada, para que no digan
El tema del color en una foto se reduce simplemente a dejar claro quién manda. A veces dejo una dominante, de acuerdo, pero pocas. Me jode enormemente que una fuente de luz me tenga que imponer a mí cómo va a ser el color de una foto, sólo porque tenga una frecuencia de onda más larga o más corta. Es su problema, no el mío. Así de simple. Aclarado pues que, en este tema, no nos pondremos de acuerdo.
Hubo muchas más cosas interesantes durante el día, pero ya iremos hablando cuando lo haya digerido. Albert Buendía dejó algunas perlas que me gustaría comentar con más calma, que es lunes y toca trabajar un poco.
Corrección: la frecuencia no es larga o corta, sino alta o baja. Gracias a R. Decker por el aviso.