El Crítico Fotográfico
El Crítico Fotográfico vive obsesionado por el terror de que le monten una encerrona. El Crítico Fotográfico ha visto cómo le ha pasado a otros, y sabe lo sencillo que es caer en la trampa. Te plantan delante una fotografía sin mérito alguno, hecha por un patán cualquiera, asegurando que pertenece a una figura de reconocido prestigio. O lo contrario, te cuelan una foto de un Joven Artista Emergente sin avisar, en medio de un montón de estiércol de ese que abunda en internet, y pobre de tí si caes en la trampa. Porque es una trampa, estas cosas no pasan por casualidad. Hay gente sin entrañas por ahí, cuya única diversión parece ser poner en evidencia al Crítico Fotográfico sin obtener nada a cambio. Por joder, mayormente.
Todo esto produce en el Crítico Fotográfico un estrés considerable. De vez en cuando tiene una pesadilla recurrente, sueña que tiene que dar su opinión sobre algo y todo el mundo está pendiente de él, y la caga miserablemente. El Crítico Fotográfico despierta de estas pesadillas sudando y dando algunos gritos que molestan grandemente a su mujer.
La mujer del Crítico Fotográfico es un ser con escasos sentimientos, que no tiene la consideración que debiera para con los padecimientos de un espíritu sensible. De vez en cuando, sobre todo si hay amigos delante, se divierte haciendo alguna foto con el móvil de una taza de café, de sus pies, o del gato, y se la planta delante de las narices. Le pide, con fingida inocencia, que le diga qué le parece la foto. El pobre hombre mira a un lado y a otro buscando una escapatoria, pero no la encuentra. Los amigos conocen el ritual y se disponen a disfrutar del espectáculo. Ningún apoyo puede esperar por ese lado. La mujer insiste, rechaza las previsibles evasivas, y empieza a aumentar la presión.
-Si no te gusta la foto, dilo. No pasa nada.
El Crítico Fotográfico sabe que cualquier cosa que diga será usada en su contra, e intenta zafarse como puede. Recuerda un poco aquellos documentales de fauna ibérica, en los que un depredador juega con su presa antes de despedazarla.
La mujer no sabe que estas sesiones de humillación pública causan un profundo desasosiego en su marido. O sí lo sabe, y tampoco le importa demasiado. Cada vez que tiene ocasión le gusta decir que su marido es Crítico Fotográfico y que ella es una Persona Normal.
Ese tipo de persona normal que insiste en que es normal con un punto de desafío. A nadie se le escapa que desprecia esa ocupación de su marido por considerarla poco seria.
La mujer sigue mostrando la foto, sigue insistiendo, no se rinde. Según ella, porque es Tauro, según otros, porque es una pesada.
La mujer mira a su marido, el Crítico Fotográfico, y no sabe que su mirada es todo un tratado de semiótica matrimonial.
Crédito de la Imagen: Bain News Service, Library of Congress