El cuento del estado latente
Hay muchos mitos respecto a la foto analógica, y algunos dan más rabia que otros. No voy a discutir ahora todo eso del «estado latente». Entiendo que se puede hablar durante horas de la magia implícita en un negativo «embarazado» de una imagen posible pero aún no real, que existe sin existir, etcétera, pero hay que reconocer que a efectos profesionales la gracia no acaba de verse del todo.
Por poner un ejemplo, hace años tuve que hacer un reportaje aéreo en el país vasco. Tiraba con una hasselblad que pedía a gritos el retiro, y el anillo de diafragmas de la vieja lente de 50 mm a veces se encallaba. No muy a menudo, pero pasaba y no lo notabas hasta que te llegaba el rollo revelado. En el momento de firmar el albarán del helicóptero (3 horas a razón de 250.000 pesetas de las de entonces: 750.000 pts) te acuerdas del puto anillo de diafragmas, vete a saber porqué, y ya te entra un desasosiego que no te abandona hasta que tienes los rollos revelados en la mano. Podría citar miles de ejemplos más, pero la idea básica está clara: con las cosas de comer no se juega, y si el digital se ha llevado por delante la magia, pues me alegro y que le den a la magia.
Esta era mi opinión sobre el estado latente cuando fui a cenar a casa de un amigo. En una repisa tenía una vieja Brownie Autographic que había sido de su abuelo, convencido de poseer una joya de valor incalculable
Trasteando la cámara le hice notar a mi amigo que estaba cargada, y al parecer, se había disparado la mayor parte del carrete. Qué ilusión, qué ilusión, vamos a encontrar unas fotos inéditas, que vienen directamente del pasado, que nos han esperado latentes durante 50 años, qué mágica es la fotografía, etcétera.
Tuvo su gracia volver a meterse en el laboratorio, volver a experimentar esa sensación de misterio, esa inquietud por el resultado, esa decepción cuando apareció un carrete totalmente en blanco. Cuando hablan del estado latente se olvidan de decir que puede ser tremendamente decepcionante.
Es lo que tiene la magia, que va a su aire.