Ayer salía de comprar un rollo de tubo corrugado de 20 mm. -materiales mundanos que poco tienen que ver con la creación fotográfica- cuando una repentina lluvia convirtió el párking en una escena de Wim Wenders.
La foto está hecha con el móvil, a lo guarro, seguramente tiene poco mérito a nivel artístico y poca o ninguna originalidad, pero intento consolar mi creciente culpabilidad con argumentos baratos: total es gratis y no haces daño a nadie. La vida son cuatro días.
Descartada la culpabilidad, me pongo teórico, y después de analizar el tema detenidamente, llego a dos conclusiones:
Una, que tengo que arreglar el bollo del guardabarros.
Dos, que tengo que actualizar mis referentes, Paris Texas es de 1984.
Hacer un corto amateur es un acto de pura voluntad, una carrera agotadora contra el tiempo y los obstáculos. Escribirlo, prepararlo, convencer a la gente, coordinarlos a todos, rodarlo, montarlo y un largo etcétera, todo ello sin descuidar el trabajo, los niños, la colada y todo un sinfín de banalidades mundanas puestas en tu camino para entorpecerlo y poner a prueba tu determinación. Pretender que encima salga bien es ya pura ciencia ficción. Tras muchas peripecias, ayer se estrenó en el festival de Cineastes de Granollers La vida en 3D, un corto que viene a ser la continuación de La media neurona. Si éste les pareció un rollo, prepárense. La parte buena: son sólo 6 minutillos de nada.
Ayer se presentó en exclusiva mundial «La media neurona», el corto del que ya hablé hace unos días. Que lo disfruten ustedes con salud y yo que lo vea.
Seguimos con los rodajes. Esto es como rascarse, que cuando empiezas no paras. La gran novedad que quiero presentarles es este follow focus fabricado en gran parte con materiales de derribo: una tapa de objetivo, la rueda de un patín, una goma de una tienda de campaña, una llave allen de IKEA y un par de ángulos de acero.
Coste final: menos de 10 Euros. Una gran noticia para todos aquellos que no quieran gastarse 545 $ en uno de los de verdad. Eso sí, es menos elegante. Quisiera poder decir que lo he hecho yo, pero el invento es del gran David Torrents, que es el que sale aquí abajo con cara de preocupado. A su debido tiempo espero poder colgar aquí el fruto de nuestros desvelos.
Ando esta semana enfrascado en el rodaje de «La media neurona», un corto de cinco minutos sobre un antiguo creativo con problemas existenciales. La verdad es que rodar una película por gusto es una de las cosas más divertidas que puedes hacer sin quitarte los pantalones. Si encima tienes entre manos un aparato tan fantástico como la Canon 5D MKII las posibilidades son infinitas.
Sólo me falta acabar de pelearme con las dominantes de color y asunto acabado. Próximamente en sus pantallas.
Cuando subo a un avión liquido el tema de la revista rápido: compruebo que no tiene ningún interés y me dedico a leer mis cosas, pero esta vez han conseguido sorprenderme. Vueling va de compañía moderna, te tratan de tú en plan colegueo, y Ling, su revista, tiene un aire de revista trendy-fashion diferente del habitual. Otra cosa es la idea que tengan respecto a la fotografia. El reportaje central de este número va sobre cines al aire libre.
Alguien encuentra a faltar algo?. A lo mejor es un detalle menor, pero estamos hablando de cine y en la pantalla no hay nada. Seguramente el problema es mío que soy un pureta y un carca. Qué sé yo de tendencias modernas. A lo mejor lo más cool ahora mismo es precisamente eso: pasarse por el forro las convenciones y tal, rollo Lomo y esas cosas. Seguro que es eso, porque el responsable de la revista ha encontrado la foto lo bastante buena como para ponerla en portada, más otras tantas en el interior de similar factura. Y debe ser un señor/señora que sabe lo que se lleva entre manos. Así a bote pronto se me ocurren tres posibilidades:
Una, el individuo en cuestion ha ido a Grecia con un encargo, full equip, gastos pagados y cobrando una pasta por el trabajo, como debe ser. En este caso, el tipo no será un gran fotógrafo, pero hace honor al lema de este blog como nadie, y por tanto es mi héroe.
En la segunda opción, los de Vueling le han pagado al señor este un billete low cost ratonero, en una de esas pateras que son hoy día los aviones baratos, a cambio de sus fotos ratoneras y low cost. En este segundo caso no hay conflicto, se ha producido un trueque de servicios equivalentes, y ambos han hecho un negocio razonable.
En la tercera este tipo es un pedazo de artista, el editor de la revista un genio, esta es la tendencia que viene y yo no me entero de nada
El otro día fui al cine a ver la última película de Woody Allen. Todo genial excepto por un detalle: en un momento dado, el personaje que interpreta Patricia Clarkson (una marujona palurda y asilvestrada) se saca unas fotos familiares del bolso y se las enseña a un tipo que acaba de conocer. En ese momento se produce algo que pasa en muchas películas y que me da una rabia que no se puede aguantar
Aviso: spoilers
El sujeto en cuestión se queda flipado con las fotos y le dice que llamará a un amigo suyo para que las vea. La señora se queda extrañada, porque no tiene ni puta idea de hacer fotos (ni de nada en este caso) y las hace con una Werlisa de mercadillo.
la petarda antes de saber que es una artista
A pesar de eso, a los cinco minutos el amigo, que resulta ser un pez gordo de una superagencia, o de una revista mega fashion, o el amo del Universo, da igual, se ha vuelto loco con las fotos y está dispuesto a matar a quien sea por fichar a la indocumentada esta. Siguen un par de comentarios sobre la fuerza que desprenden aquellas imágenes, ( ???) y en la siguiente escena ya vemos a nuestra heroína en pleno éxito, inaugurando una exposición en la galería más topewonderful de Nueva York y rechazando ofertas como quien no quiere la cosa.
La señora convertida en artista
Lo grave no es que esto sea falso, que lo es. Lo grave es que ya lo he visto en un montón de películas, y empieza a ser un tópico. Ignoro porqué los directores de cine se empeñan en hacerlo, pero a lo mejor es que nadie les ha informado de que eso es ABSOLUTAMENTE IMPOSIBLE. No hablo sólo por mi experiencia personal, que también. Es que no conozco a nadie a quien le haya pasado. A lo mejor es que sólo me trato con perdedores y tengo que empezar a cambiar de ambientes.
La única explicación que se me ocurre es bastante desalentadora: Cuando el guión exige que un personaje sin especiales aptitudes triunfe rápido, parece razonable que se haga fotógrafo y a los dos días esté firmando autógrafos por la calle. También podría atracar bancos o comprar terrenos en Gandía, pero no tiene tanto glamour, donde va a parar. Hacerse físico atómico lleva más tiempo, y para ser guionista hay que saber escribir. En cambio para ser fotógrafo…
Seguro que han estado meses puliendo incongruencias del guión, pero esta idea les ha parecido cojonuda desde el primer momento.