En el taller de Formentera contamos con la colaboración inestimable de un modelo de excepción, el farmacéutico local que dejó por un rato sus obligaciones para venir a posar en plan tipo duro. La idea era hacer un retrato de carácter, pero usando los mínimos recursos posibles. Al final acabamos usando dos flashes y un cartel anunciador del evento que hizo las funciones de reflector. A petición popular ahí va un pequeño esquema del asunto. Sencillo, como puede verse
El flash trasero nos dibuja un poco el perfil del personaje para separarlo del fondo y de paso le da luz de rebote al tatuaje. No nos dio tiempo a revelar y procesar, pero espero que tendremos más ocasiones. En cualquier caso, la foto original ya tenía prácticamente todos los elementos. Sólo le he cambiado el fondo y ajustado un poco los colores. Aqui el archivo original sin trastear, tal como salió de la cámara:
En resumen, una sesión divertida, como de hecho fue todo lo demás en estos días. Yo no sé si habremos aprendido algo, pero lo que es reirse, una jartá.
La cosa analógica parece que va en caída libre. Retratar un anuncio de venta de carretes tiene ahora mismo un regusto vintage y viejuno, no digamos ya lo de funcionar a base de película. Todo el planeta parece rendido a la invasión digital.
¿Todo? !No!. Todavía queda un grupo de irreductibles que se siguen resistiendo a los cantos de sirena de la obsolescencia programada y las actualizaciones de firmware. Caja Azul, se llama el proyecto y este sábado me toca dar la charla en Barcelona. Ahí tendremos ocasión de vernos y discutir lo que haga falta.
Que yo soy poco de analógico, pero una cosa no quita la otra. Ahí está la gracia, precisamente. Tienes los detalles aqui.
El título de la charla, Creatividad fotográfica transconceptual extrema, así como el pedigree del ponente, nada menos que nieto del insigne fotógrafo francés, atrajo a numeroso público. Muchos advenedizos, todo hay que decirlo, ignorantes de las más elementales normas de cortesía. Ya durante el evento, se oían murmullos sordos mencionando a los nobles antepasados del conferenciante mezclados con palabras de grueso calibre, así como amargos lamentos sobre los 50 euros invertidos en el proceso.
Una vez acabada la charla, me dirigí al conferenciante, y con gran tacto le comenté que me había gustado su exposición, especialmente por haber notado, no sin cierta perplejidad, la presencia de varias imágenes mías entre las expuestas. El joven, lejos de sentirse intimidado por mi franqueza me obsequió con la mejor de sus sonrisas al tiempo que se apartaba unos rizos rebeldes de la cara.
Según me comentó, se trataba de una tesis en la que estaba trabajando hacía tiempo. El hecho de no haberme pedido permiso, y hacer pasar por suyas unas fotos que no lo eran, formaba parte imprescindible del plan, y me agradecía enormemente mi comprensión y la colaboración prestada. No entendí mucho de qué iba la cosa, la verdad, pero uno es una persona de mundo, abierta de miras, y siempre dispuesta a colaborar con las juveniles inquietudes, de modo que le mostré mi apoyo incondicional, atraído, todo hay que decirlo, por la visibilidad que, me aseguró, iba a reportarme el asunto en las redes sociales.
Sin embargo, y no sin cierto embarazo, expúsele que tal vez otros compañeros de profesión no vieran su trabajo de manera tan comprensiva. Ello fue porque me pareció distinguir entre las fotografías presentadas, obras de al menos cuatro o cinco conocidos fotógrafos. Los fotógrafos son gente zafia y grosera, exentos de elegancia, y refractarios a argumentos tan sutiles como los suyos, por lo que tal vez, alguien con menos don de gentes se viera tentado a insultarlo con recias palabras, o peor aún, estrangularlo con aquel polo de Lacoste que llevaba como al descuido sobre los hombros.
Agradecióme mi preocupación, y aseguró no estar en absoluto preocupado. «Conozco a los fotógrafos, me aseguró, son, efectivamente, gente rústica y sin sentimientos, pero hay entre ellos buenas personas que merecen la oportunidad de participar en un proyecto como este.»
Un gran chico, este Nicolás. Llegará lejos, estoy seguro.
.
Crédito de la ilustración: Le Petit Nicolas, de Sempé y Goscinny
El martes pasado tuvimos la ocasión de charlar un rato largo, que a mí se me quedó corto, sobre retrato y esas cosas. Gracias infinitas a los asistentes por venir, y a la AFPM de Mataró por todo su trabajo. Lo de aprender algo ya es otro cantar, pero confío en que al menos pasamos un buen rato.
Interesante e instructivo el taller que tuvimos ayer en Platja d’Aro. A lo mejor es más sencillo hablar de cosas más técnicas, de Photoshop, de iluminación, ya se sabe, pero me gustó la propuesta de reflexionar un poquito sobre qué estamos haciendo y porqué cuando hacemos una foto. Que puede sonar un poco filosófico, pero en estos tiempos no está mal dejarse de tanto megapíxel y pararse un momento a pensar las cosas con calma. Un lujo y un placer poder compartir la cena con Frank Doorhof, que uno tiene mucho que aprender y siempre viene bien rozarse un poco con las grandes figuras, a ver si se pega algo…
Los fotógrafos somos animalillos de costumbres solitarias. En lo profundo de nuestras madrigueras nos pasamos el día pegados a la pantalla y sólo salimos cuando la necesidad de alimento es apremiante. Por eso nos gusta tanto el Sonimag. Un día al año nos lavamos los pies, nos ponemos el traje de los domingos… y a la feria!
Últimamente se ha puesto de moda criticar el Sonimag diciendo que si es muy pequeño, que si hay pocos stands, que si me duele un pie. Quien tal dice es un insensato que no sabe de qué habla. Nuestro Sonimag tiene un formato de Fiesta Mayor de pueblo que es, precisamente, lo que hace más entrañable esta feria. Te presentas en Arpí o Casanovas, das la tabarra un rato y te encuentras a todo el mundo, que es de lo que se trata. Si te apetece un poco de exotismo te vas al fondo, que están los chinos, y de vez en cuando, hasta encuentraspredicadores intentando evangelizar a los incautos.
Como terapia no tiene igual. Además, cada año acabo comprando algo.
Después del curso de La Rábida hubo una rueda de prensa para hablar de los contenidos, pero me queda la duda de que a lo mejor no me explico todo lo bien que debería. Ahora corre por ahí una nota de prensa de la agencia EFE en la que dicen que he dicho que la foto digital reduce la calidad técnica. La cosa digital tendrá todos los defectos del mundo, pero si alguna cosa tiene, es calidad técnica.
La idea del Empacho digital no es física cuántica, es bastante sencilla de entender. Que no me quede luego a mí la fama de que estoy en contra del progreso y esas cosas. Con lo moderno que es uno.
Estamos en La Rábida, dando la charla invitados por la Universidad Internacional de Andalucía. El primer día intenté disuadir a los asistentes y les hablé sobre «La Confusión Digital: ni fácil, ni rápido ni barato» El título exacto era «el timo digital», pero al ver los papeles de inscripción tan formales me dio un poco de corte. En todo caso, no funcionó, y al día siguiente estaban todos igual para hablar sobre iluminación strobist con flash «Esa cosa con pilas».
Previamente habló César García, y hoy le toca a Paco Elvira y Albert Masó. Tino Soriano tenía que venir, pero se descolgó a última hora con no sé qué excusa de un viaje a Groenlandia.