Cámara gigante casera 24×30
Quiso el destino que cayera en mis manos un objetivo bastante viejuno pero que pintaba que podía funcionar. Se trata de un Bausch & Lomb-Zeiss Protar fabricado en 1900 aprox, que después de algunas pruebas resultó que
- no funcionaba nada mal
- cubría un círculo de imagen suficiente para un 24×30.
- la distancia focal eran 170 mm exactos
Visto lo visto, y a efectos de darle un uso al susodicho, se impone fabricar una cámara. Como de vez en cuanto la voluble Fortuna se pone de nuestro lado, aparece una caja de vino de Rioja que hace 24×30 cm de fondo y !17 centímetros de fondo !
Para que luego digan que beber vino es malo. La cosa marcha, ya nada puede salir mal y sólo falta encontrar un negativo adecuado. volvemos de nuevo al sótano y, !oh sorpresa¡ resulta que tengo una caja de película lith de 24×30 esperando su oportunidad. Esperando desde hace tiempo, tanto como para decir que la película caducó en 1993
Lo de la caducidad es para cobardes. Ahora lo que toca es probar qué tal funciona la cámara, y la verdad es que bastante bien, pero hay un pero. Siempre hay un pero.
La película Lith está pensada para artes gráficas, por lo que da unos negativos duros como piedras. Blanco y negro brutal, sin grises ni medias tintas. Inaceptable de todo punto. Había sido demasiado fácil. Lo que el Señor te da, el Señor te lo quita, no hay gozo sin dolor, etcétera. El refranero está lleno de dichos que previenen contra la euforia.
Pero no vale lamentarse, y hay que solucionar el asunto, de modo que toca ponerse a buscar un revelador adecuado. En la próxima entrada revelamos la película y nos rebelamos contra el destino, todo en uno, a ver quién rie el último.