Contra la fotografía analógica. Capítulo uno
Llevo unos días obsesionado con el proyecto de construir una cámara de 6×17. Analógica, evidentemente. Mis conocimientos no dan para hacer sensores, sean del tamaño que sean. Del porqué tengo esta idea en la cabeza ya hablaremos luego, que es un tema que no quiero dejar de lado, pero antes quiero compartir un par de fotografías

La foto pertenece a un reportaje sobre Afganistán realizado en formato panorámico hace unos años. Llegué a ella buscando ejemplos de uso de la Fuji G617, una maravilla que sigue costando un ojo de la cara a pesar de que no tiene fotómetro ni enfoque, y es grande, lenta, pesada e incómoda, aparte de analógica 100%. Al parecer, el señor Palu optó por una solución más sencilla, una cámara Noblex que es bastante más manejable, aunque el resultado no es el mismo, claro. La cámara deforma la imagen, apenas tiene controles, y en resumen es un churro de proporciones cósmicas. Lo sé porque tuve una. Hacía gracia porque se abría una puertecita que daba vueltas, pero ahí se acababan las virtudes del invento.

Sigo buscando ejemplos de uso de la panorámica, y me encuentro con un fenomenal reportaje de Daniel Berehulak. Soy de los que leen las instrucciones cuando ya han montado mal el mueble, o sea que asumo (a saber porqué) que ha usado una Fuji G617. El formato panorámico ofrece una visión especial, dejando fuera lo accesorio y centrando la mirada en el centro de la imagen. Desde el punto de vista técnico es irreprochable y no tiene comparación con las fotos digitales. aunque, bien mirado, el tío este debe ser un fenómeno, porque conseguir eso con la Fuji tiene su mérito. Vuelta al principio y lo pone bien claro: las fotos están hechas con un iphone, con una app que imita el formato panorámico.
O sea, que el chasco es de los gordos. Un puto telefonillo impostor suplantando a una cámara mítica de 5 kilos. Una humillación en toda regla. Ahora saldrán los que dicen que para hacer un buen trabajo no importa qué cámara usas. Que si chutas con un telefonillo y luego las recortas es lo mismo y toda esa mierda de la creatividad y el sursum corda. Pues no es lo mismo. De ninguna manera.
Hacer fotos en 2020 ya es absurdo de por sí. O le ponemos un poco de misterio y de ritual o nos vamos todos al carajo. Y lo de la creatividad, que vengan los listillos esos y que me lo expliquen, que les voy a decir cuatro cosas. Hay que coger el toro por los cuernos, de modo que la solución es pillar la cámara más analógica, más grande y más primitiva que encuentres y se acabaron las penurias creativas. El problema, como dijimos al principio, es que la susodicha tiene mucha demanda y cuesta un dineral. Aquí es donde entra la parte de bricolaje que discutiremos en próximas entregas, que ahora la cosa ya se alarga demasiado.