Psicoanálisis del fotógrafo de viajes (I)
Estamos en agosto y aquí no queda ni dios. (Está el papa, pero no es lo mismo.) Dónde han ido todos? La gente se ha movido siempre de un sitio para otro, pero nunca lo había hecho sin tener un buen motivo. Hasta la aparición del turismo de masas, el viaje era el último recurso ante la escabechina o la muerte por inanición. Viajar había sido siempre sinónimo de precariedad y penalidades sin cuento, y de un día para otro resulta que es un placer y un símbolo de estatus. Las compañías low cost y la seguridad aeroportuaria se están encargando de volver a resituar las cosas en su justa medida. Lo único malo de viajar al tuntún es que una vez llegamos al sitio tampoco sabemos muy bien que hacer. La solución es obvia: hacemos fotos. Hacer fotos parece ser la ocupación preferida de media humanidad. Lo mejor que puedes hacer sin quitarte los pantalones. No engorda y no es pecado.
La definición de un fotógrafo de viajes (un señor que viaja y hace fotos) peca de simplista. Por esa regla de tres todos los turistas mundiales del mundo mundial son fotógrafos de viajes, digo yo. Alex Webb ya intentó sin éxito diferenciar a los fotoreporteros de los aficionados, de modo que la cosa tiene su enjundia. Para empezar, vamos a ver si son ustedes capaces de notar las ocho diferencias. El de la derecha parece más profesional que el de la bolsa de plástico. ergo asumiremos que es un fotógrafo de viajes y el otro un vulgar turista:
Tras un análisis rápido llegamos a varias conclusiones precipitadas:
Un fotógrafo de viajes se busca un sitio apartado de las masas, de difícil acceso y, a poder ser, peligroso.
Un fotógrafo de viajes lleva un montón de equipo, a veces más, a veces menos, trípode siempre.
Un fotógrafo de viajes hace las fotos aunque no haga sol, incluso lo prefiere.
Un fotógrafo de viajes no va con la señora y los críos a cuestas. Se hartaron tiempo ha.
Lo único que no podemos asegurar es que el señor de la derecha vaya a hacer mejores fotos que el de la izquierda. Es más, yo le veo como más clásico, con su trípode el tío. Muy formal, muy rollo Ansel Adams, paisajista figurativo y eso. La propuesta del señor de la bosa de plástico en cambio, me suena mucho más transgresora y conceptualmente atrevida. Ya hemos visto algunas veces que no hace falta ser un genio de la técnica para hacer grandes fotos, que lo que importa es el concepto.
Complicada la cosa, como puede verse. De estas y otras cuestiones tendremos ocasión de hablar el 1 de Octubre próximo en el Espai Fotográfic. Si alguien se anima, allí nos veremos
Animada y apuntada estoy!!!! … Saludos
Maite
Muy interesante, ¡¡cuánta verdad dices!!
Me suena el tipo que abre este post…
me parece curioso, la verdad es que la sensación de todo nuevo, de aventura, de novedad es constante en los viajes y e ahi el motivo de por qué viajar engancha…
Yo me apunto!
Un abrazo