Cuidadito si vas a comprar una cámara.
O sea, que al final has decidido que vas a comprar una cámara. Pues entonces ya sabes que no es nada fácil ni rápido. Cuesta decidirse. Cuál es mejor, ésta que tiene colorines, ésta que viene con cromos de la Liga. Cuando por fín te decides y tienes el jodido cacharro en las manos da como un poco de bajona que te pones a ojear las instrucciones (Error) y siempre te encuentras con esto:
Que ya digo yo que es mal gusto. No pienso tirar nada, al menos no de momento. Te acabas de dejar una pasta en cacharros que van a caducar, que van a morir, eso lo sabemos todos y hemos hablado largo y tendido sobre el tema. Pero, es necesario que te lo recuerden cuando aún tenemos intacta la ilusión y el ánimo trufado de esperanzas y proyectos de futuro? Cuando aún tienes la Visa caliente y de cuerpo presente? Lo dicho, muy mal gusto. Me da un poco de mal rollo, como esos monjes medievales que se dedican a recordarnos que todos vamos a morir, que esta vida es pasajera y que el mundo no es más que una sucesión de dolor y lamentaciones en medio de un caos de ruido y furia.

Pulvis es et in pulverum reverteris.
Es normal que una simple pegatina impuesta por los burócratas de Bruselas provoque estas amargas consideraciones? A mi me parece que no, pero eso es lo que pasa por leer las instrucciones. A lo mejor es por la novedad de que vengan en papel, como antes, y no en un puto pdf que te tienes que descargar tú mismo de una web cochambrosa que encima te pide que te identifiques como si estuvieses pidiendo los códigos de activación de un misil atómico. Ya se sabe que lujos así te ciegan. Fallos que tiene uno.
De la cámara ya hablamos otro día, que me ha liado, como siempre.
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