Selfies de botellón.
Ya hemos insistido demasiadas veces en que el fin de los tiempos se acerca, y los signos son evidentes. Por si a alguien le quedaban dudas, acaban de inventar la Cocacola-selfie. Viene a ser el invento una camarita que se pone en la base de la botella y te endiña una foto en los morros cuando la levantas. Si, amigos, una cretinez memorable, un millón de años de evolución para llegar a esto.
Si alguien estaba pensando en apretar el botón nuclear le acaban de dar otra buena razón para acabar con la especie humana de una vez por todas. Por mí que no quede. Estamos jugando a ser dios, y eso es peligroso, porque tanta estupidez reconcentrada desafía alguna ley física, eso seguro. A lo mejor estamos traspasando algún tipo de límite, a lo mejor nos acercamos a la ruptura de la simetría electrodébil, a la alteración catastrófica de la geometría des espacio-tiempo. A lo mejor.
Pero mientras llega el apocalipsis, que no pare la fiesta. Puestos a poner cámaras en sitios absurdos, podríamos probar con los supositorios, o con los bastones de los oídos. Todo con su correspondiente wifi para enviar enseguida las imágenes a tus redes sociales preferidas, automáticamente, no sea que tuvieras que pensar y te fuera a dar una hernia cerebral.
Debe ser porque es lunes y llueve. Yo soy de natural optimista, pero estas cosas me pueden.