Retrato de skater venerable con perro

Una sesión de retrato para packaging de Retorn. A destacar la química entre los dos modelos, que no se conocían previamente. Un gusto.
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Una sesión de retrato para packaging de Retorn. A destacar la química entre los dos modelos, que no se conocían previamente. Un gusto.
Sesión de retrato con Joan Fitó, directivo del RCD Espanyol para Oracle Magazine. La gente del fútbol anda siempre muy ocupada, de modo que nada de entretenerse poniendo luces. Una sesión rápida, sin trucos ni artimañas. Para variar.
El antes y el después de la cosa
Cuentan que el día que Michel Temer tomó posesión como presidente del Brasil, se sentó en la silla, abrió todos los cajones, preguntó por el maletín con los códigos nucleares (no había) y puso en orden todos los bolígrafos en la mesa, de más gordo a menos. Acto seguido, suspiró satisfecho y se dispuso a afrontar las responsabilidades del cargo mirando por la ventana con aire abstraído. Bien poco duró su dicha. Tras los cinco minutos de cortesía obligados, presentóse un correveidile a comunicarle la primera de sus obligaciones: debía hacerse la foto oficial. La foto que iba a colgarse en la wikipedia, en las oficinas de correos y en los ministerios de todo el país, poca broma. Abrumado, el recién investido presidente tuvo su primer ataque de angustia: ¿Una foto? ¡Habrá que ir a un estudio, habrá que suspender reuniones, nombrar alguna subcomisión!. Aparte de eso, los fotógrafos son chacales sin escrúpulos, que exigen cantidades colosales de dinero, tenemos mucha corrupción pendiente todavía, no es plan empezar regalando fortunas al primer mascachapas que se presente.
Por suerte, su ayudante lo tranquilizó enseguida. No haría falta ir a ninguna parte ni gastar dinero. Eso era antes. Ahora cualquiera podía hacer la foto allí mismo, con el móvil si hacía falta, y un cuñado del conserje le haría un apaño con el Photoshop.
Dicho y hecho, en cinco minutos se había solucionado la crisis y el presidente podía dedicar toda su atención a lo que sea que hagan los presidentes cuando no tienen fotos pendientes.
Lo que no podían imaginar era que la foto generaría una ingente cantidad de burlas y cuchufletas, cosas de comunistas, ya se sabe. En vista de las dimensiones del escándalo, hubo de salir al paso el vocero oficial del gobierno diciendo que había sido un malentendido, que la foto no era la definitiva, que ahora venía la buena y sus vais a enterar.
Es en las grandes crisis donde se demuestra de qué pasta están hechos los grandes líderes. Con gesto sereno, el presidente coge el bolígrafo más gordo de su despacho y se dispone a firmar sus primeras Órdenes Ejecutivas: un decreto ley por el que se anula la construcción del Tren de Alta Velocidad Transamazónico a fín de destinar una partida presupuestaria extraordinaria con la que contratar a un fotógrafo profesional que arregle el entuerto.
El sujeto afirmó luego que, con los dedos entumecidos de tanto contar billetes, poco podía hacer para arreglar aquella desgracia. Disimular un poco la atrocidad de recorte que habían cometido con el pelo, clonar alguna nube, darle niveles y poco más. La foto, como puede verse, tenía pocas posibilidades de arreglo. La única solución era hacer una nueva foto en condiciones, pero tal cosa hubiera sido reconocer la cagada, y hasta ahí podíamos llegar.
Que una vez arreglada, la cosa tampoco está tan mal, de modo que a colgarla y punto. Que hay mucho listillo suelto y tampoco está la cosa por aquí como para reinos mucho en lo que a fotos de líderes mundiales se refiere.
Todo fotógrafo se ha tenido que enfrentar en algún momento a una situación conflictiva: fotografiar a un sujeto que, por las razones que sean, no está por la labor. A menudo se trata de seres mezquinos y resentidos a los que no juzgaremos aquí, pero que nos pueden complicar la vida de mala manera sean cuales sean sus motivos. Si cedemos al primer impulso lo mandaremos a cagar a la vía, pero hay que valorar que nuestro negocio puede resentirse si aplicamos este método demasiado a menudo. Conviene proceder con tacto y diplomacia.
Pasaremos pues al plan B. El sujeto no sólo intentará sabotear nuestra labor, sino que, en muchos casos, intentará dominarnos y humillarnos. Este comportamiento tiene raíces muy profundas en la evolución de la especie y tampoco lo analizaremos aquí. Lo primero que haremos es explicarle claramente lo que vamos a hacer, y de qué manera. Tenemos muy en cuenta que su tiempo es valioso, pero el nuestro también, de modo que si todos cooperamos la cosa será rápida y podremos perdernos de vista mutuamente en un tiempo récord. Hay que demostrar decisión y no dudar, más vale pecar de bruscos al principio. Si habéis visto documentales de esos en que educan a los perros para que no hagan caca en la alfombra podéis aplicar todo lo que dicen, porque el sistema viene a ser el mismo.
Una vez hemos establecido las bases del diálogo, podemos suavizar la cosa usando el viejo método del palo y la zanahoria, y hacerle un poco la pelota, pero indirectamente, sin que se note. Os sorprenderéis de comprobar cómo una cosa tan simple funciona casi siempre. Podéis felicitarlo por las vistas estupendas que tiene su despacho, o decir que habéis leído que su empresa acaba de subir dos puntos en el IBEX. Normalmente funciona. En caso contrario, hay que fingir que no te das por aludido por sus constantes miradas al reloj y sus insinuaciones de difusas e importantísimas reuniones. Ha llegado la hora del plan C. Ahora vamos a aplastar toda resistencia demostrando quién manda. El fulano se muestra desdeñoso, de modo que vamos a darle una dosis de su propia medicina. Si el tipo es un ejecutivillo del tres al cuarto, le sueltas que Bill Gates tiene un pisapapeles como el suyo, que lo has visto cuando vas a hacerle fotos al yate, o que tienes prisa porque te esperan en la Casa Real para un tema. Mucho ojo con esto. Hay que usar este recurso con mesura porque es muy fácil acabar pareciendo un imbécil. Hay que cogerle el truco, porque si la cagáis, notareis una mirada de triunfo en los ojillos voraces de vuestro sujeto. Se os ha visto el plumero y la cosa ya no tiene arreglo. Acaba el trabajo y lárgate. La próxima vez la cosa irá mejor.
Crédito de la imagen: Shutterstock.
La idea de una señora patinando por encima de una fila de carros del súper puede sonar –así de entrada- algo extraña, pero cosas más raras se han visto. La idea era realizar una imagen que no tuviera una iluminación muy visible. Iluminar, sí, pero dentro de un orden.
No hubo incidentes destacables. Habíamos acordado el permiso con el súper para no tener problemas con la seguridad, y la estructura aguantó como estaba previsto. Todo controlado. Para la segunda imagen situamos a la modelo apoyada en la barandilla sosteniendo un monopatín. Una foto mucho más sencilla que en principio debía ser complementaria de la primera, pero que finalmente me gusta mucho más porque el personaje tiene más fuerza y la composición es más clara. Una cosa es tener la imagen en la cabeza, y otra ver el resultado final. A menudo la vida nos da sorpresas de este tipo.
Otra cosa que tenía ganas de probar era el funcionamiento del TTL (para entendernos, lo que vendría a ser el botón de programa en las cámaras: disparar sin preocuparse de nada porque la electrónica se encarga de que todo salga como tiene que salir).
Hasta ahora había pensado que era un lujo innecesario. Normalmente uso los flashes en modo manual y los ajusto hasta que sale perfecto, o hasta que me canso, lo que ocurra primero. El problema es que las sesiones nunca son como te esperas, y los problemas y los imprevistos aparecen siempre: de repente el cliente tiene prisa o se va el sol o alguien se pone de parto. En otras latitudes tal vez lo tengan todo bajo control y el fotógrafo pueda trabajar a su ritmo, sin problemas. Pero, por lo que sea, ese no es nuestro estilo.
En estos casos se agradece que al menos una cosa -y una cosa importante como es la exposición- esté asegurada. Durante una sesión relativamente compleja tienes que estar pendiente de un montón de cosas, de modo que no me parece mal liberar un poco de memoria en el disco para ocuparnos de cuestiones más creativas y dejar los cálculos y los aspectos técnicos para las máquinas. Uno se olvida así del tema de la exposición y se concentra en la foto, que es como debe ser.
En la última edición de Tarraco Viva tuve la oportunidad de asistir a la recreación de un banquete funerario egipcio. Faltaba el muerto, si nos ponemos en plan exigente, pero por lo demás, ninguna queja. En el antiguo egipto un entierro era una ocasión para sentarse a la mesa, comer, beber, cantar, bailar y, en general, reafirmar que al menos los que continuaban en este mundo seguían con ganas de pasarlo bien y disfrutar la vida que les quedase. Del tema de llorar se encargaban las plañideras, lamentatrices profesionales que se ocupaban de darle el tono adecuado al funeral, que tampoco era plan que la cosa se fuera de madre y nos olvidemos de porqué estamos aquí comiendo gratis.
Hoy día el oficio de plañidera esté de capa caída, hay intrusismo laboral, competencia desleal, dumping predatorio, aficionados y diletantes lamentándose por los cuatro costados sin límite ni regulación alguna. En ese contexto es difícil que una industria basada en la lamentación pueda prosperar adecuadamente. Con el cuento de la crisis, ya la cosa ha llegado a extremos un tanto cansinos. Reúne a unos cuantos fotógrafos (o taxistas, o fontaneros, o salteadores de tumbas) y pregunta qué tal va el negocio. Todo es llanto y crujir de dientes.
De cara a eventos futuros, creo que sería mucho mas productivo contratar a profesionales de la lamentación y así cada cual puede dedicarse a lo suyo. De paso le damos un impulso a una indsutria emergente que puede dar trabajo a muchos emprendedores que andan buscando ideas de negocio.
Si ya lo dicen los cuñados del video de Ciudadanos, que el que no trabaja es porque no quiere.
Cámara: Pentax K-1 con sigma Art 35mm 1.4. Flash Elinchrom Ranger Quadra.
Primer fín de semana en Tarraco Viva culminado con éxito. Hacer retratos en medio de una solanera de justicia no es cosa de broma, trajinar la cámara y la iluminación con el calor este no es saluddable, pero trabajar con estos modelos hace que valga la pena.
Ando un poco loco probando la Pentax K-1 , y me he propuesto trabajar con una sola lente, cosa interesante que tengo que hacer más a menudo. Bueno, no es que tenga mucho mérito, es que sólo tengo una, pero es un pedazo de óptica. Resulta que el Sigma Art funciona muy bien para retrato y desenfoca un montón a pesar de ser un 35 mm. Qué cosas.
Estas cosas del detalle menudo que no es que importen mucho pero hacen ilusión.
Durante el taller del sábado hicimos unos cuantos retratos a nuestro estupendo modelo Calvin Dexter. Que yo pedí una modelo con menos barba, pero la vida nos ha enseñado que hay que saber adaptarse a lo que hay, y eso es lo que hicimos. El objetivo era conseguir un retrato con carácter utilizando una sola fuente de luz y creo que podemos darlo por conseguido. Mérito del modelo, todo un profesional.
El posprocesado ha sido bastante suave, apenas ajustar un poco el color, aunque al final me dio por cambiar el fondo gris aburrido del estudio por algo un poco más épico que le diera un poquito más de ambiente. Bonus extra de dificultad a la hora de separar la barba del fondo (gris) pero eso ya es harina de otro costal. A ver si un día de estos podemos dedicar algunas horas a cuestiones de retoque, que siempre viene bien.
Aquí os dejo el esquema de luz utilizado, muy básico y sencillo como podeis ver.
El próximo 28 de noviembre nos vemos en el Espai fotogràfic Can Basté de Barcelona para hablar sobre retrato. Las plazas son limitadas, o sea que si te interesa, tienes toda la información aquí
Con esto del verano mucha gente coge la cámara con la idea, esta vez en serio, de empezar con aquél proyecto fantástico que llevamos postergando todo el año. Ahora no tengo tiempo, ahora tengo hora con el callista, ahora echan por la tele una de Chuck Norris. Excusas nunca faltan, pero ahora sí que sí, ahora me pongo en serio.
De modo que empezamos con nuestro proyecto soñado. Cómo? Pues muy fácil. Nos metemos en internet a buscar ideas, consejos e inspiración. Enseguida nos liamos con blogs que nos prometen «las 5 mejores maneras de retratar a tu cuñado», las 8 herramientas imprescindibles para petarlo con tus afotos» , «los 10 consejos básicos para ser el puto amo». Literatura de este tipo ha existido siempre, pero en estos tiempos de zozobra e incertidumbre parece que goza de una salud nunca vista, hasta el punto de convertirse en una epidemia. Lo único seguro es que con la tontería vamos a pasar el rato y así como quien no quiere la cosa, nos da la hora de comer y ya seguiremos luego. Ya podemos afrontar la paella y la siesta con la conciencia tranquila.
Todas las personas son diferentes, unas más que otras, pero diferentes. Por lo tanto, no puede haber una fórmula mágica que podamos aplicar así a lo loco. Si le metes una acción de Photoshop de esas que abundan para darle colorines, o un contraste salvaje de los que te corroen las retinas, es una cuestión que viene luego y que tiene la importancia que tiene. Para entendernos, una mierdafoto lo seguirá siendo aunque le apliques esas curvas mágicas que te descargaste ayer.
Existe la creencia muy extendida, de que si le aplicas el mismo tratamiento a todas tus fotos ya tienes un estilo. Depende. Si las fotos son un truño tendrás muchos truños con el mismo aspecto. No es lo mismo que una serie, ni mucho menos equivale a un trabajo consistente. El cero consejo es que no hay consejo más que trabajar, pero eso no ha sido nunca un consejo. Es sólamente una obviedad.
Feliz verano y eso.
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