Cuando alguien me pregunta a qué me dedico yo le contesto: ” hago fotos “ , Sin complejos, siempre con la verdad por delante. Entonces suelen pasar dos cosas. Una, que el individuo en cuestión vuelve a la carga e insiste: “pero, eres fotógrafo profesional? “. La tentación es contestar que no, que soy un asesino en serie y que lo de las fotos es por disimular, pero normalmente me contengo y confieso que sí, que soy profesional.
Entonces viene la segunda parte. La profesión de fotógrafo es muy variada, y el interrogador quiere saber más cosas, de modo que insiste: ” y qué tipo de fotos haces? “. Aquí llegamos a la parte difícil. La gente tiene una idea totalmente peregrina del asunto, de modo que espera de tí anécdotas divertidas, aventuras exóticas, y un montón de cosas más que hagan más llevadera la cena de padres de la escuela. Si quieres cortar de raíz la conversación no tienes más que decir que eres fotógrafo industrial.

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La palabra en sí recuerda la bollería industrial, la reconversión industrial, y un sinfín de cosas cutres e indignas sin el más mínimo interés. El interlocutor asentirá cortésmente y pasará a hablar de sus cosas sin mayores problemas. En el imaginario colectivo un fotógrafo como dios manda ha de ser, (no necesariamente por este orden):
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- Fotógrafo de Playboy. El summum total y absoluto. Imbatible. Lo más.
- Fotógrafo de Moda y Publicidad. Parecido al anterior. Glamour, dinero, chicas a porrillo, etc.
- Fotógrafo especialista en coches. O en yates, o en bebidas con gas, o en supositorios. Una variante del anterior. El título de especialista vende mucho.
- Fotógrafo de National Geographic. Una vida de apasionantes aventuras en países exóticos.
- Fotógrafo de guerra. Aventuras también, pero peor pagadas. Peligroso. No mola tanto.
- Fotógrafo de reportajes. Viajes gratis, vacaciones todo el año y trabajo fácil. Mi sobrina hace también unas fotos estupendas cuando vamos de vacaciones.
- Fotógrafo de prensa. Son unos señores que se amontonan de cien en cien delante de un político o un futbolista para hacer todos la misma foto. Desconcertante. Corre el rumor de que cobran poco.
- Fotógrafo de bodas. Aquí ya nos atrevemos todos. sólo hay que montar una tienda y a correr.
- Fotógrafo forense. Al menos la gente no sale movida. A veces lo he dicho, pero te miran raro.
- Fotógrafo ambulante por plazas y pueblos. Una especie en extinción extinta hace tiempo. Algo así como los saltimbanquis los serenos.
- Fotógrafo industrial. El pito del sereno en cuestión. Alguien que hace de todo no puede ser de fiar.
Esta es la visión del pueblo llano, insisto. La realidad, como les gusta decir a los pedantes, es poliédrica, y a la hora de la verdad cada cual se espabila como puede. Aunque sigue habiendo gente muy respetable que son especialistas en arquitectura, o en repostería, hoy día un fotógrafo del montón ha de hacer cualquier cosa que se le ponga por delante, aunque sean fotos para el Playboy.