Me estoy comprando una cámara encima.
Después de ocho largos años de servicio, la Canon MKII ha recibido oficialmente el título de Venerable Cámara y clama a gritos por el retiro. Hay que decir que últimamente ya salía poco de casa. De los trabajos más delicados ya se encarga hace tiempo la Pentax 645Z, y cuando hay que ir ligerito la Sony A6000 funciona de maravilla. Quedaba el tema del video, cada vez más presente y necesario, de modo que empecé a dudar entre la Sony A7SII y la Panasonic GH4.
Lo mío es dudar, sin duda, pero si de algo no dudaba era que con Canon la historia se había acabado. Eramos ya como esos matrimonios que siguen unidos por la hipoteca, en mi caso un capazo lleno de lentes, disparadores, baterías, accesorios varios. Esos accesorios que provocan en muchos fotógrafos algo parecidso al Síndrome de Estocolmo. Ya dije en una ocasión que no somos fans de una marca, ni siquiera usuarios, somos simples rehenes.
En este caso he tenido suerte. Cuando más dubitativo estaba, aparece el anuncio de la inminente salida de la Panasonic GH5. Apártense todos. Palabras mayores. No voy a explayarme aquí con sus bondades, quien quiera y se interese puede consultar por aquí. Lo único que me interesa ahora es que no estará disponible hasta marzo, y no sé cómo vamos a aguantar este sinvivir. Muestreo de 422 interno, 10 bits de color, 180 fotogramas por segundo, vectroscopio, entradas de sonido XLR… mucho me da que todas las ópticas de Canon del mundo no son suficientes para impedir un proceso de compra que hubiera sido mucho más compulsiva si de mi dependiera.
Por cierto, se vende Canon. Con algunas señales de uso.
bona decisió!