Bond, James Bond
Cuando tienes que hacer un retrato de alguien que es presidente de no se cuantas cosas internacionales, todas muy serias, que tiene uno de esos cargos que hay que encargar tarjetas de visita formato panorámico, la opción viene a estar muy clara: Foto de despacho, fondo sobrio y cara de circunstancias. Excepto que.
Excepto que el sujeto en cuestión sea muy fan de James Bond y le vaya la marcha, de modo que montamos en un periquete el tinglado en el garaje y el resultado se publica hoy domingo, tal que así:

Naturalmente el garaje no daba para nada el look que intentábamos conseguir. Para eso están los flashes y los geles de colores. Para esta foto montamos seis cabezas de flash fijas más una móvil, que fue la encargada de sacar reflejos en el suelo y en los laterales del coche La luz principal es un Westcott Apollo que funciona de maravilla. La contra es una parábola Bowens con panal de abeja montada en un flash Nikon con un adaptador Phottix. El contrapeso es un cutre-cubo de pintura relleno de porquerías varias. Por aquello del sello de autor y tal

Habitualmente, nuestro sujeto nos mete prisa porque tiene tropecientas reuniones super importantes y la cosa acaba resultando de lo más estresante. No fue así en este caso, todo colaboración, predisposición total y paciencia infinita. Sin embargo, hemos venido al mundo a sufrir, de modo que igualmente hubo que trabajar deprisa y corriendo, como siempre, no fuera a llegar alguien con ganas de aparcar y nos fastidie el invento. Lo importante es que pasamos un buen rato y conseguimos una foto diferente. Nos conformamos con poco, ya lo ven.