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Siqui Sánchez Fotografia

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Copyright © Siqui Sánchez 2021.

Category Archives: Lecturas prescindibles

Lecturas prescindibles, reflexiones existenciales |

16 marzo, 2020

| siqui

Fotógrafos Autónomos Confinados Y Ultraenfurecidos

Se acercan días de tribulación, en que los fotógrafos no podremos salir a la calle y acumular ganancias sin límite como viene siendo nuestra costumbre.  Habrá quejicas que hablen de tensiones temporales de liquidez, y del flujo de tesorería y mierdas varias, pero por suerte los fotógrafos no tenemos esos problemas. Nuestro único problema es la falta de tiempo para  hacer inventario y contar las riquezas que hemos ido acumulando durante el año. 15 días en casa deberían bastar, en principio.


Lo ideal sería disponer de una maquina de contar billetes, pero con todos los comercios cerrados, te va a ser difícil conseguir una, a pesar de ser un artículo de primera necesidad. Si te animas a contarlos a mano, has de saber que te expones a una tendinitis muy dolorosa y potencialmente incapacitante. 
Para hacer frente a este y otros problemas de los fotógrafos ha nacido Fotógrafos Autónomos Confinados Y Ultraenfurecidos (FAC-YU). La primera reivindicación de FAC-YU debe ser que las tendinitis en los dedos provocadas por contar billetes sea considerada enfermedad laboral.

Una vez conseguida esta primera reivindicación, se deberá afrontar sin tardanza los problemas de cervicales de muchos compañeros que han de mover ellos mismos los sacos de dinero debido al confinamiento del servicio doméstico. La vida del autónomo es dura, y hemos de dar ejemplo de unión y solidaridad al pueblo llano en estos tiempos de quebrantos y zozobra.
Que a solidarios no nos gana nadie, y no sé quién decía el otro día por la tele que hay que estar unidos. Pues eso.

autonomos, billetes, confinamiento, dinero, facturacion, fotografos, ganancias | Comment
Lecturas prescindibles, viajes |

4 julio, 2019

| siqui

Placeres japoneses

Al contrario de lo que mucha gente piensa, un viaje por Japón es extremadamente relajante. Tras pasar unas semanas entre tanta serenidad y armonía vuelvo al caos, el ruido y la furia. Previsible. Siempre que te vas por ahí te esperan a la vuelta todos los marrones que dejaste atrás corregidos y aumentados, pero tenerlo previsto no ayuda gran cosa porque siempre hay alguna sorpresa para joderte un poquito más de maneras inesperadas. En mi caso un desastre informático estándar del que aún me estoy recuperando. La entropía no hace vacaciones.

Dice Noah Harari que el caos de nivel dos es un caos que reacciona a las predicciones sobre él, y por lo tanto nunca se puede predecir de forma exacta. Es lo que tiene ser un poco leído. Te pasan las mismas cosas que a todo el mundo, pero alguien más listo que tú las ha explicado con sencillez y elegancia. Hasta ahora pensaba que mi trabajo era como apagar fuegos mientras toco la trompeta subido a una escalera haciendo malabares con un mono en la cabeza. Ahora sé que eso es simplemente la vida del fotógrafo: un caos de nivel 2

caos, harari, informatica, japon, viaje | Comment
Lecturas prescindibles |

11 febrero, 2019

| siqui

El abuelo Cebolleta vuelve al Leroy Merlin

De nuevo en el Leroy Merlin, esperando un diferencial bipolar de 40 amperios. El equipo de comunicación, jóvenes, entusiastas y muy preparados, han decidido poner una foto en lugar de un simple cartelito. Para potenciar la experiencia de usuario, que siempre viene bien. En la foto, un empleado joven, entusiasta y muy preparado, entrega un paquete a un cliente que no vemos, porque tal vez no sea ni joven ni entusiasta, ni etc. Me fijo en la foto, deformación profesional o aburrimiento, lo que quieran, y enseguida noto algo extraño. La foto está al revés.


Que no pasaría nada, pero las letras son muy delatoras. Ponerla del derecho significaba poner al muchacho de cara a la pared, y eso arruinaría la experiencia de usuario. La solución era fácil con un poquito de Photoshop, pero por lo que fuera, decidieron que no hacía falta, que total ya ves. Y tenían razón.
Por puro morbo, inquiero a la empleada que me atiende, joven, entusiasta y tal, sobre si le ve algo raro a la foto. La chica mantiene la sonrisa profesional, pero de pronto me mira como si me hubieran crecido antenas verdes y la anterior cordialidad da paso a esa desconfianza reservada a los clientes potencialmente conflictivos. Tras este fracaso, observo al resto de la clientela buscando un poco más de comprensión. Todos miran el móvil como si les fuera la vida en ello, y cuando levantan la vista observan el entorno como las vacas mirando pasar el tren. Nadie parece interesado en la foto, ni en nada que suceda fuera de la pantalla, para ser justos.

De modo que contrataron a un fotógrafo joven, entusiasta y muy preparado, eligieron modelos, discutieron por las arrugas de la camisa, cuidaron todos los detalles, y finalmente imprimen la foto al revés aposta. Y no pasa nada. La vida moderna es así.
El problema soy yo, que no soy ni joven, ni entusiasta, ni estoy preparado para según qué cosas.

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Lecturas prescindibles, reflexiones existenciales |

18 enero, 2018

| siqui

Las matemáticas de la foto total

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Si consideramos una foto de 3000×4000 pixels tenemos 12 millones de puntos, cada uno de los cuales puede tener 255 valores diferentes función de la luminosidad, desde el blanco puro al negro puro.

En cuanto al color nos conformaremos con 16 millones de colores, no sé porqué. Por hacerlo breve, supongo.

O sea, que si mezclamos todas estas posibles variables nos sale un número enorme, producto de considerar que cada uno de los 12 millones de puntos puede tener 4.000 millones de valores diferentes, pero a su vez puede estar en cualquier lugar, y combinado a su vez con todas las variaciones posibles, desde una foto totalmente blanca, a una foto totalmente negra, pasando por la foto de un tricerátops comiéndose a José Luis Moreno, las señoras estas con los cohetes y en general, cualquier otra posibilidad por idiota que parezca.

Es una pura cuestión de fuerza bruta, o sea que si alguien con mucho tiempo libre quiere atreverse a programar tal engendro, la única cosa que va a necesitar son muchos Gigas de memoria para ir almacenando los resultados. No puedo siquiera intuir cuantos, ya he dicho al principio que me faltan fundamentos matemáticos. Quien tal hiciera, tendría en su poder TODAS las fotos que en el mundo se han hecho y las que no se harán, inventos que ni siquiera sospechamos, mensajes que pueden cambiar nuestra idea del universo, la foto del Messi fichando por el Recreativo de Huelva, cualquier cosa.

Está de más decir que la inmensa mayoría de las imágenes serían absurdas e incomprensibles; innecesarias si me apuran. Aquí es donde entramos en un capítulo de Black Mirror de los chungos. La capacidad de producción de imágenes absurdas y/o innecesarias está aumentando de manera exponencial (o geométrica, la que sea más) y nos estamos acercando a un punto en que peligra la geometría del espaciotiempo tal y como la conocemos,, lo que técnicamente se denomina una variedad diferenciable cuatridimensional de Hausdorff. Ya empieza a notarse una cierta dificultad a la hora de prdcucir alguna imagen diferente, que no se haya hecho nunca antes. Señal inequívoca de que nos acercamos a la ruptura de la simetría electrodébil.

Yo lo aviso, que luego todo son lamentos y que porqué no lo decías antes.

Foto: Flickr

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16 diciembre, 2016

| siqui

El fotógrafo de Terracota

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Cuando le cagó la primera paloma en la cabeza no podía saber que no era sino la primera de las muchas calamidades con que la injusta fortuna lo pondría a prueba. Que tal vez fuera la primera, pero que no iba a ser la última. Ni mucho menos. Las palomas sienten debilidad por defecar sobre un fotógrafo parado en una plaza.
Todo empezó por su deseo de mejorar sus habilidades como fotógrafo de calle. En todos los cursos y seminarios se insistía en la necesidad de integrarse en el paisaje, de pasar desapercibido, de tomarse todo el tiempo que hiciera falta. Nunca pensó que fuera a ser fácil, pero así a lo tonto, el tiempo fue pasando, y cuando le hicieron una rotonda alrededor debería haber empezado a sospechar que algo iba mal. Durante un tiempo tuvo incluso seguidores, pero pronto descubrió con amargura que lo único que pretendían era hacerse ignominiosos selfies con sus absurdos teléfonos móviles. Al cabo de un tiempo, los próceres locales encargaron una “intervención urbanística” a un arquitecto célebre. El susodicho engendro debía situar la ciudad en el mapa, eso decían, pero a él lo situó exactamente detrás de una pared de acero corten de tres por siete metros. En cuatro días, el rincón daba amparo a criminales y pervertidos de toda clase, entre ellos propietarios de perros poco amigos de cargar con bolsas. Decidió entonces que tal vez era el momento de darse por vencido y cambiar de aires, pero los excrementos que colgaban de su cabeza habían conectado ya con los que subían del suelo, y tuvo que admitir que la cosa ya no tenía remedio, que era inútil empeño oponer los brazos a este torrente de calamidades. Aparte de eso, algún desaprensivo le había robado la cámara tiempo atrás.

Una lástima, porque pasado un tiempo, una fundación cultural patrocinada por un banco de renombre hará una exposición en su honor, y sesudos antropólogos discutirán qué hacía aquél hombre agachado debajo de un seto, y claro, la cámara hubiera venido bien para dar alguna pista. A saber qué siniestras intenciones le atribuyen al pobre fotógrafo.

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13 octubre, 2016

| siqui

¡Qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto!

tombola

Al igual que hiciera su padre, y el padre de su padre, el señor Julián se dedica a vender boletos en una tómbola ambulante. Desde que recuerda, el negocio ha transcurrido con altibajos, pero con pocos cambios. La última innovación fue la introducción de la Muñeca Chochona y el Perrito Piloto, hace ya un montón de años, tiempos gloriosos aquellos. Otra novedad fue el uso del micrófono, genial innovación que fue recibida con alborozo. El micrófono del señor Julián es un aparato robusto y fiable,y en su espumilla hay suficientes microorganismos como para fabricar un arma biológica de tamaño mediano o clonar al señor Julián varias veces si alguien tuviera interés en ello, cosa improbable.
La esperanza del señor Julián reside en su hijo, eventual sucesor en el negocio, aunque no ha mostrado el muchacho demasiado interés por continuar la tradición familiar. Muy al contrario, el zagal manifestó hace tiempo su pretensión de estudiar marketing y comunicación audiovisual. Ante las lógicas dudas de su progenitor, esgrimió el niñato el argumento de que, gracias a las triquiñuelas del marketing conseguirían remontar el persistente declive en los balances del negocio, y que la visibilidad era la clave en cualquier empresa que quisiera posicionarse en el competitivo mercado del Entertainment del siglo XXI.

El señor Julián no ve muy claro el asunto, no sabe qué es eso del Entertainment, y la verborrea de su hijo sobre tendencias y demás zarandajas le suena a timo de la estampita. Si algo sabe el señor Julián es reconocer a un cantamañanas nada más verlo, para eso lleva años en el negocio de embaucar a incautos.

El señor Julián es una persona con mentalidad práctica, de modo que, tras analizarlo un rato, concluye que su hijo, por más que quiera disfrazarlo con palabrería posmoderna, en realidad no va a hacer sino continuar con la tradición familiar. Que todo eso del Instagram y las redes sociales, y los followers, no es sino la versión actualizada de la tómbola de pueblo. Un camelo para llevarse al huerto al personal, moderno y lo que quieras, pero un timo a fín de cuentas.

El señor Julián observa a su retoño mientras se hace otro de sus aclamados selfies con el Perrito Piloto. Al parecer su cuenta de Instagram está teniendo mucho éxito y ya lo consideran Fotógrafo Emergente. No está claro que vaya a salir dinero ni de dónde, pero si tanta gente se está dedicando al tema por algo será, piensa. Los tiempos cambian. Peor negocio que la tómbola no va a ser.

 

Crédito de la foto: Vincent Desjardins

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6 octubre, 2016

| siqui

Los hombres que miraban muy fijamente

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Durante la década de 1940 tuvo lugar un singular experimento en la base de las fuerzas aéreas de Edwards, en Nevada. El objetivo era reproducir una imagen con el poder de la mente, sin necesidad de cámaras ni otros artilugios. De los resultados poco sabemos, ya que el lobby de la emergente industria fotográfica, liderado por Kodak, ejerció presiones de todo tipo para evitar que se hicieran públicos. Todo el asunto quedó envuelto en el misterio, y lo único cierto es que los cinco voluntarios participantes abandonaron una prometedora carrera en el ejército para convertirse en asesores muy bien pagados de la firma, y aquí paz y después gloria. Como ven, el asunto de las puertas giratorias ya viene de antiguo.

Ahora, una vez transcurridos 70 años de los hechos, los papeles deberían desclasificarse, pero ya se han dejado oír voces que apuntan a lo contrario. Según se deduce de algunos documentos filtrados por Wikileaks, hay evidencias suficientes que demostrarían que la cosa podría funcionar en serio, lo que ha disparado las alarmas en un sector que vive de susto en sobresalto. Hay demasiado dinero en juego como para dejar libre una tecnología que dejaría obsoletas cámaras, telefonillos y demás parafernalia, aunque según fuentes bien informadas, los señores de las cámaras están -relativamente- tranquilos. Una tecnología basada en el uso del cerebro no tiene ninguna viabilidad comercial, y precisamente llevamos ya mucho tiempo fabricando y vendiendo cámaras partiendo del principio contrario. El que afirma que la mayor parte del público-usuario tiene cerebro porque venía con el lote, pero que una cosa es tenerlo y otra muy distinta usarlo.

A ver quien le dice a la instagramer de turno que piense muy fuerte para hacer una foto. A ver quien se va a privar de comprarse el último modelo de iphone sólo porque las fotos se puedan hacer con la mente. También se pueden leer los libros pero esperamos a que salga la peli. También hacemos cola para subir por las escaleras mecánicas estando libres las normales. Que suba otro. Hacer las cosas con las manos es de perdedores. Lo del cerebro ya no digamos. Cualquier programa de máxima audiencia de la tele produce lesiones irreversibles, pero no parece que a nadie le preocupe excesivamente. Todo eso de ser listo está sobrevalorado, y si no, a ver quién me explica el éxito del Pokémon Go. Eso de pensar es de radicales y terroristas.

Así hemos funcionado hasta la fecha. Y nos va bastante bi

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20 septiembre, 2016

| siqui

Un fotógrafo se sentó en una silla a meditar sobre la existencia

fotografo,montañas

Cuando viene un amigo a casa, los niños lo plantan delante del abuelo y, como quien conecta un viejo gramófono que aún funciona, le piden que les hable de los Tiempos Remotos. El vejestorio no se hace de rogar, y empieza con el rollo de que era fotógrafo y se ganaba la vida haciendo fotos. Aquí los njños tienen que explicar que las fotos eran unas cosas parecidas al video, pero sin movimiento, sin interacción 360 grados, sin sonido cuadrafónico envolvente mega-surround, sin resolución 74K, sin banners ni pop ups de colores. Una cosa incomprensible, como puede verse, pero lo que más les divierte es que el abuelo insista en que la pagaban por eso. Hasta ahí llega el nivel de exotismo del personaje, lo que viene luego son anécdotas inconexas y, por lo respecta a ellos, perfectamente inverosímiles. Los jovenzuelos creen firmemente que el mundo empezó antesdeayer, justo el día de su nacimiento. Todo lo anterior no existe, no les afecta, y en cualquier caso, no les interesa demasiado, salvo para pasar un poco el rato. Un rato corto; al poco tiempo, pierden el interés. Su nivel de atención roza los 4,2 segundos y bajando, por lo que enseguida atrae su atención un nuevo video de peleas de gatitos modificados genéticamente, que se despanzurran con gran despliegue de vísceras y sangre.

El Fotógrafo jubilado no nota que su público ha desconectado. Su propia capacidad de atención es también precaria, de modo que emite un suspiro y se sienta en una silla a meditar sobre la existencia.

Imagen: Arthur Bloomfield Dawson Nova Scotia Archives

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11 julio, 2016

| siqui

El Crítico Fotográfico

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El Crítico Fotográfico vive obsesionado por el terror de que le monten una encerrona. El Crítico Fotográfico ha visto cómo le ha pasado a otros, y sabe lo sencillo que es caer en la trampa. Te plantan delante una fotografía sin mérito alguno, hecha por un patán cualquiera, asegurando que pertenece a una figura de reconocido prestigio. O lo contrario, te cuelan una foto de un Joven Artista Emergente sin avisar, en medio de un montón de estiércol de ese que abunda en internet, y pobre de tí si caes en la trampa. Porque es una trampa, estas cosas no pasan por casualidad. Hay gente sin entrañas por ahí, cuya única diversión parece ser poner en evidencia al Crítico Fotográfico sin obtener nada a cambio. Por joder, mayormente.

Todo esto produce en el Crítico Fotográfico un estrés considerable. De vez en cuando tiene una pesadilla recurrente, sueña que tiene que dar su opinión sobre algo y todo el mundo está pendiente de él, y la caga miserablemente. El Crítico Fotográfico despierta de estas pesadillas sudando y dando algunos gritos que molestan grandemente a su mujer.
La mujer del Crítico Fotográfico es un ser con escasos sentimientos, que no tiene la consideración que debiera para con los padecimientos de un espíritu sensible. De vez en cuando, sobre todo si hay amigos delante, se divierte haciendo alguna foto con el móvil de una taza de café, de sus pies, o del gato, y se la planta delante de las narices. Le pide, con fingida inocencia, que le diga qué le parece la foto. El pobre hombre mira a un lado y a otro buscando una escapatoria, pero no la encuentra. Los amigos conocen el ritual y se disponen a disfrutar del espectáculo. Ningún apoyo puede esperar por ese lado. La mujer insiste, rechaza las previsibles evasivas, y empieza a aumentar la presión.

-Si no te gusta la foto, dilo. No pasa nada.

El Crítico Fotográfico sabe que cualquier cosa que diga será usada en su contra, e intenta zafarse como puede. Recuerda un poco aquellos documentales de fauna ibérica, en los que un depredador juega con su presa antes de despedazarla.

La mujer no sabe que estas sesiones de humillación pública causan un profundo desasosiego en su marido. O sí lo sabe, y tampoco le importa demasiado. Cada vez que tiene ocasión le gusta decir que su marido es Crítico Fotográfico y que ella es una Persona Normal.

Ese tipo de persona normal que insiste en que es normal con un punto de desafío. A nadie se le escapa que desprecia esa ocupación de su marido por considerarla poco seria.

La mujer sigue mostrando la foto, sigue insistiendo, no se rinde. Según ella, porque es Tauro, según otros, porque es una pesada.
La mujer mira a su marido, el Crítico Fotográfico, y no sabe que su mirada es todo un tratado de semiótica matrimonial.

Crédito de la Imagen: Bain News Service, Library of Congress

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4 julio, 2016

| siqui

Análisis innecesario de una cámara intrascendente.

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Por motivos que no vienen al caso, me vi obligado hace unos días a adquirir una cámara de esas que el fabricante nipón denomina, con fina ironía, “Bridge”. El nombre viene a significar que el aparato en cuestión es un puente entre las chiquipoint de toda la vida, compactas las llaman ellos, y las réflex profesionales. O sea, que es una compacta un poco más gorda. Una cámara modesta con unas pretensiones un tanto desmesuradas. Una vez probado el engendro, mi impresión fue como la salsa que te ponen en los chinos, agridulce. Por un lado, la calidad mediocre y las prestaciones limitadas, contradicen el aspecto semi-pro del aparato. Por otro, la cosa sólo cuesta 330 euros. Poca cosa más se puede pedir por ese precio. Hay que afinar mucho, porque a la que te despistas por un lado, el precio se te dispara, y si te despistas por el otro, la cámara resulta demasiado buena para lo que cuesta. Las estrategias de los fabricantes de cámaras son de una complejidad y una sofisticación que escapan a la humana comprensión. Dime tú si no, como lo haces para sacar cada tres meses un modelo nuevo al mercado, que hace más o menos lo mismo que los otros, aparentando que se trata de una novedad de las que hacen que saques la cartera y te compres tres de golpe, no sea que se acaben.

Como sea que lo de fabricar cámaras ya lo tienen por la mano, y en general está todo ya inventado, este ejercicio consiste más en quitar que en poner. En eso, en quitar tanto como se pueda sin que se vaya a la porra el invento, los japoneses son expertos por aquello de los bonsais, supongo.
En el caso que nos ocupa, resulta que la cámara lleva conexión Wifi, que no necesito, detección de caras, que no necesito, estabilizador, del que no me fío, una cosa que dicen que obtiene “magníficas fotografías con poca luz”, pero no sabemos en qué consiste, y 16 megapíxeles que, o disimulan muy bien, o los han diseñado en forma de huevo frito en un momento de inspiración. Llevando todo eso, bien podría llevar algunas cosillas un poco más útiles y que se echan en falta, pero entonces nos metemos con la gama superior. Con la Iglesia hemos topado. Recuerda que estás pagando 330 eurillos de mierda y no seas tan desagradecido.

¿Cómo es el proceso de creación de una de estas cámaras? Buena pregunta. Entre los miles de documentos filtrados por Wikyleaks a los que nadie hace caso, se encuentra una conversación entre un Product Manager (que llamaremos PM) y un Ingeniero de Producto, (que llamaremos IP) que no tiene desperdicio. Bueno, lo tiene, de modo que he suprimido de la conversación las partes donde se preguntan por sus respectivas esposas, las alusiones vejatorias a los productos de la competencia, las calumnias insidiosas hacia sus inmediatos superiores y la jerigonza técnica irrelevante. Lo que queda es bastante revelador:

PM: -Hemos estado analizando el prototipo que nos mandó y la calidad del sensor es excesiva. Me permito recordarle que esta cámara la regalarán comprando dos cajas de cereales, y tiene que ser muy barata.

(Ruido de papeles, carraspeo)

IP: -Son los sensores de siempre, no hemos hecho nada nuevo. Los producen monos amaestrados a partir de mondas de patata y periódicos chinos reciclados. Nos salen a dos duros.

(Risas)

PM: -Ya… esa fue buena, pero la calidad sigue siendo excesiva. ¿No se puede rebajar de alguna manera?

IP: -Podemos pasarles un estropajo, pero la manipulación encarecería el producto 30 céntimos por sensor.

PM: -(sonido gutural) Inasumible. Piense en otra cosa.

IP: -Se me ha ocurrido que podríamos cagarnos en los sensores. De manera industrial, a ser posible.

PM: -Me gusta, pero habría que hacerlo directamente en Europa y ahí tienen leyes y sindicatos y esas cosas. ¿El coste no será muy alto?

IP: -Eso era antes. Ahora podemos conseguir becarios que trabajan tan barato que compiten con los chinos. ¿Incluso podemos conseguir alguna subvención!

(Risotadas y palmadas en la mesa. El micro se cae)

No tengo cien por cien verificada la fiabilidad del documento, pero estoy en ello. Les mantendré informados.
Crédito de la imagen: NASA on The Commons

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